lunes, 24 de octubre de 2011

Nereidas en mi paraíso


El viento de levante era lo suficientemente fuerte para no haber yacentes al sol en la arena, y mucho menos actores en el agua, aunque yo lo sería poco después. Y mientras de Sur a Este corría por la sala al borde del escenario, en mi carrera habitual e idéntica de ida y vuelta, hete aquí que al llegar casi al final, las dos nereidas salieron del embravecido escenario, desnudas tal cual y corriendo hacia el riachuelo medicinal. Yo iba corriendo y poco decoroso era parar ,y mucho menos cambiar mi rumbo y correr tras ellas. El mar siempre me vitaliza, o me lo creo yo, pero esta vez también me erotizaba. La visión de las dos en su esplendida desnudez y en la semivacía playa decoraba y no poco mi cotidiano teatro.
¿Y como es que corrían sin ropa? O mejor corrían hacia ella, pues en la arena no dejan ningún hatillo o vestuario.
Al poco dí la vuelta pero ya no volví a verlas, y yo regresé por donde había venido ,con la imaginación suficientemente excitada , para coger a sustine y a falta de nereidas hendirla contra las olas, batido de sol, agua y viento.Sin que ninguno de estos elementos y el esfuerzo desplegado en el escenario aplacase la fantasía con las impías mojadas.