Por inmodestia que sea creo que he sido precursor de dos hábitos, que con los años se han arraigado, sobrepasando el carácter de mera moda: el cabello rapado en los varones y la bicicleta como medio de transporte urbano.
En 1973 ir rapado era distintivo de internado psiquiátrico, que no ya carcelario. Menos para mi.
En 1981 cuando tan tardíamente tuve mi primera bicicleta desplazarse en bici era distintivo de pobreza o de marginalidad. Aunque en este caso yo creo que cumplía los dos requisitos. Hoy los calvos lucen sin complejos y las bicicletas desbordan la ciudad.
Pero hablando de vello hay otras modas o evoluciones, tan púbicas como impúdicas.
No voy a decir que hace 30 años ya me gustaba así el cuerpo de la mujer, es igual, pero recuerdo que cuando veíamos alguna mujer extranjera con total naturalidad, con pelos en las piernas y en el sobaco nos resultaba chocante y muy poco atractivo.
El vello púbico era otra cosa, y en los primeros desnudos que se publicaban era también una forma de ocultar la cosa; una posaba desnuda y su propio vello vestía lo de detrás.Entonces casi por apetencia de más desnudez que contemplar uno deseaba la ausencia de todo pelo que ocultaba lo verdaderamente deseable.
Con el tiempo lo curioso es que ese deseo de más impudicia ha devenido en moda muy asentada, hasta el punto de que al menos en la mujer lo que hoy resulta impúdico no es la ausencia de vello púbico sino el parapeto de frondosidad ocultadora, y que hoy nos resulta tan poco atractivo como antaño el sobaco sin depilar de las extranjeras.
No sé si lo que comento tiene más de evolución que de moda; yo creo que es más evolución, si bien las japonesas a pesar de su acendrado deseo de occidentalidad, lucen su pubis peludo.
Addendum de 14 de setiembre:
No creo Ilona que el poder propagandístico de la moda pueda tanto que pueda obviar lo que culturalmente tenemos tan arraigado. Y sobre el vello femenino y sus ubicaciones indeseadas para bien o para mal hay ciertas unanimidades que creo comparten hombres y mujeres.
No creo Ilona que el poder propagandístico de la moda pueda tanto que pueda obviar lo que culturalmente tenemos tan arraigado. Y sobre el vello femenino y sus ubicaciones indeseadas para bien o para mal hay ciertas unanimidades que creo comparten hombres y mujeres.
Es un elemento corporal de la mujer de potente atracción por exceso o por defecto, ya que la ausencia del mismo en la mujer, donde se exige estar: la cabellera, evoca enfermedad o decrepitud, cosa que por suerte para los hombres ,no.
A mi particularmente y sin poderme sustraer a ello el pelo excesivamente corto en la mujer, y aún más, canoso retira a la mujer de ser objeto de atracción.Es imposible para mi ver ningún atractivo en las canas femeninas. Cuando por contra denigro que los hombres se las tinten, cosa que llevo incluso al terreno político, hasta el punto de que yo no doy el voto a un líder político masculino que se tiña el cabello o la barba. Y no es que las canas en la mujer sea algo desaseado o inelegante, es que para mi sin poderme sustraer a ello evoca en la mujer la retirada del erotismo, y no hablemos ya de si lo encanecido es el vello púbico, pues en realidad lo que subyace en la melena canosa al contemplarla, es un inconsciente pensamiento de que el vello oculto será igual de canoso.